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Los gobernantes corren el riesgo de perder legitimidad social ante el coronavirus
Otro de los daños colaterales del SARS-COv-2 es la acelerada pérdida de legitimidad social de los gobernantes. Acuciado por la biósfera epidemiológica, el Gobernador Omar Perotti firmó el viernes un categórico decreto restrictivo de actividades en cinco Departamentos de la Provincia, que podría generar reacciones socioeconómicas y políticas complejas.
Los actos de rebeldía y desobediencia cívica en diversas poblaciones alcanzadas por el decreto 944/20 del Gobernador Omar Perotti, que dispuso la restricción de actividades en 5 Departamentos del Sur provincial, (más del 60% de la población de la Provincia) cuyas fuerzas vivas están pidiendo su morigeración, quizás le impongan a las autoridades otra manera de compatibilizar la pandemia del COVID-19 con el arte de gobernar una sociedad estragada económicamente y devastada moralmente.
¿Modificará el Gobernador Perotti el decreto 944/20, tal como lo solicitan legisladores, autoridades ejecutivas y fuerzas vivas de los territorios afectados? ¿Qué papel jugarán los comités de crisis departamentales de los territorios alcanzados por la norma?
Hace rato venimos señalando en esta columna que el miedo paralizante de la población en marzo – favorecido por las dantescas imágenes que llegaban de Italia, España- cuando el gobierno nacional dispuso la cuarentena “más extensa del mundo”, hoy ya no existe, al menos en una gran parte de la sociedad.
¿Por qué prácticamente desapareció ése sentimiento? Por la lógica auto respuesta a la pregunta: ¿para qué estuvimos encerrados al menos estrictamente 70 días – sin que el virus estuviera afuera esperándonos – si tal como se preveía, el pico de contagios sería para esta época? ¿No hubiera sido más conveniente aislar en aquel momento a las personas de riesgo, extremar los controles fronterizos y dejar que las personas sanas siguieran con su vida normal y económica? Y paralelamente testear y testear.
Santa Fe en fase políticamente delicada
¿Qué sombrío panorama vislumbran las autoridades en la Provincia de Santa Fe, con solamente el 10% de las camas críticas ocupadas por pacientes con COVID-19?
¿Por qué el Gobernador Perotti adoptó el viernes pasado semejante actitud para, en principio cinco Departamentos, pero con la implícita advertencia de replicarlo a medida que se disparen los contagios? ¿No hubiera sido recomendable continuar como hasta ahora, regresando de fase a localidades puntuales con picos de contagios? ¿Maneja acaso el gobierno información clasificada de proyecciones, como las que elaboró el experto del CONICET Ernesto Kofmann, que hagan suponer un colapso inminente de camas críticas a corto plazo, que superen el 10% actual?
El otro interrogante que se plantea la población es: ¿contagiados-infectados significan inmediatos internados? Los datos a la fecha parecieran indicar que todavía no es así. Incluso, el índice de letalidad apenas supera el 1%.
La desconfianza, peligrosa consecuencia
De la misma manera que la gente sospecha que hay mas robos de los denunciados, ya es moneda corriente el rumor – sobremanera en la barriada- de que hay más gente contagiada que informada por coronavirus; pero que “se cura” sin necesidad de internarse, lo cual torna más intrépida a la población. ¿Qué datos arroja el programa Detectar en los barrios?
¿Hay lugar para la política en medio de la pandemia?
Toda decisión que toma un gobernante es intrínsecamente política, atendiendo siempre al “bien común” de la población, pero sopesando íntimamente el rédito electoral; sea desde decidir una obra pública o decretar una cuarentena. El secreto está en que la sociedad no lo advierta por su exageración, aunque lo presienta.
Existe una máxima entre los gobernantes que señala que las obras “enterradas” (gasoductos, acueductos, cloacas, agua potable, etc) al no ser visibles, (como un pavimentado, canal de desagues a cielo abierto o construcción de viviendas), no dan rédito electoral.
¿Qué decir cuando se tienen que tomar medidas que afecten directamente a las personas, su entorno social y afectivo, y supongan restricciones colectivas para la circulación, recreación y trabajo? Resultaría irreverente preguntarle al Gobernador si al momento de firmar el Decreto regresando a fase 2 a más de 100 localidades de cinco departamentos, evaluó las consecuencias políticas-sociales de tremenda decisión; en el mejor de los ánimos nos respondería que primó el “bien común”, en este caso sanitario.
Antes de firmar el decreto restrictivo, el Gobernador Perotti mantuvo reuniones con el oscilante Ministro de Salud de la Nación Ginés González García, el cuerpo de especialistas asesores del gobierno, más de 30 sindicatos, naturalmente por las autoridades del Ministerio de Salud, y por teleconferencia con jefes comunales e intendentes.
Pero la decisión final en casos como éstos se toma en la apabullante soledad inconmensurable del despacho gubernamental.
Al momento de pronunciar el discurso enunciativo de las severas medidas, el Gobernador dejó la impresión de intuir las reacciones sociales que generarían; quizás para preservarse políticamente prefirió no dar detalles del alcance normativo; solo se limitó a justificarlas de manera más emotiva que sanitaristas.
El tiempo inmediato dirá si la decisión fue correcta desde lo ejecutivo. Y el año que viene, si fue acertada desde lo políticamente electoral.